sábado, 22 de octubre de 2011

16 de octubre de 2011


Recordé la noche en el parking; aquella en q, por primera vez, te hablé, sin saberlo, de los dos “yo”. Aquel día lo pasé con un nudo en el estómago. Yo, a veces lo describo como un presentimiento, pero ahora sé que no es otra cosa más q miedo. Sientes náuseas porque sabes que ese día vas a reaccionar al miedo; y a la vez sientes más miedo por las consecuencias que puede tener esa reacción. Por eso, yo siempre lo llamaba “mal presentimiento”.

Esa noche te dije q, aunque algo en tu corazón te había llevado a mi, tu habías decidido no escucharlo; pensar que no era el momento y dejarlo pasar. Me habías dado “una patada en culo”, aunque yo te estuviera llegando al alma; y eso me enfadaba y quería que te fueras para siempre. Ahora entiendo que el que actuaba era tu yo racional, sensato, lógico, la cabeza, la ciencia. Pero todos tenemos un yo espiritual, el corazón, el amor. Y este es el más sabio de los dos.

A los tres días, decidiste empezar nuestra historia en serio, y ese día que viniste a buscarme, sólo me dijiste: “No preguntes”. ¿Temías que si preguntaba desapareciera el encanto? O ¿temías que volviera tu otro yo?

A lo mejor, pensar que todas mis creencias son aplicables a ti es una tontería. O, a lo mejor, habías pasado tanto tiempo cultivando tu otro yo, que te olvidaste del yo principal. A lo mejor, cuando me dijiste “me estás cambiando”, llorabas porque te estaba descubriendo a tu olvidado yo principal. No encuentro la respuesta a mis preguntas xq, me dejaste ir con tanta frialdad, q no entiendo que quien conoce su mejor yo, decida rendirse ante el otro.

O a lo mejor, no te has rendido; yo participé en un camino que tú habías iniciado cuando entraste en la beca, y q sólo tú puedes continuar. Son demasiadas expectativas enfocadas en una sola persona. Pero mi corazón me dice q, aunque parezca una paranoica, sí fue así.

Fue real. Nos quisimos, estábamos locos el uno por el otro, nos admirábamos, nos reíamos. La gente puede pensar que tu sólo ibas en busca de aventuras, que querías disfrutar de la vida y de tu libertad. Pero eso sería reconocer que Pablo es sólo el otro. Yo sé que el Pablo que yo conocí, quiere más cosas que eso. Busca su camino hacia las cosas que le hagan sentir extraño, poseído, q toquen su alma, y que parezcan revelaciones, y sólo así estará tranquilo.

De nuevo, quizá me equivoco. Pero una vez dijiste que si supieras q yo no te amaba tanto, podrías haber seguido con la relación sin miedo a herirme. Tenías miedo a no poder corresponder un amor tan grande. Si pienso que, simplemente, no me querías, vuelve a mi la otra yo y me dice que deje de escribirte, que pase página e imagine que acabaré encontrando un hombre bueno con el que pasar mi vida. Pero yo escucho demasiado a mi yo principal, que me dice que no me haga tantas preguntas, q confíe.

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