sábado, 22 de octubre de 2011

8 de octubre de 2011


Vas a fiestas y regalas flores a las chicas. Me vuelvo loca de pensarlo. Y así estás, felicísimo y, sobretodo, sin echarme de menos.

Te he pedido que dejemos de hablar. Definitivamente es lo que necesito. Sigo aquí, día tras día, escribiéndote y pensando en ti. Sólo espero que salgas de mi corazón, pronto, por favor. ¿Puedo luchar contra este sentimiento? Siempre he creído en seguir los dictados del corazón; pero esto no vale cuando sólo quiero seguirlos yo. Y eso es porque yo no estoy en tu corazón. Esperar, y no aceptar, es mi gran error. Tú no me quieres. No te gusto. No te gustan mis tonterías, ni mis imprudencias, ni que sea tan intensa y me deje llevar por mis pasiones.

Todo como yo soy, te cae mal; te molesta. Pues lo siento, ¿vale? Siento ser una de esas personas q vibra, que siente, que prefiere arriesgar lo que haga falta para ir detrás de un sueño, o para ir detrás de alguien. Siento ser una soñadora boba que pone todo su corazón en cada nueva ilusión. Siento volverme loca cada vez que pienso que prefieres a otra persona. Y sobretodo, siento que eso no te guste.

He recuperado la razón por la que empecé a escribir estos emails: madurar, desahogarme, y ganar en paciencia para afrontar la nueva situación. Lucho cada día para que todos estos pensamientos sean una realidad y sé, que poco a poco lo iré consiguiendo.

Ya ha pasado un mes, y todavía sigo muy afectada. Diría que estoy fatal, y que sigues siendo mi pensamiento de cada mañana, tarde, noche…y hasta de mis sueños. Pero a ti no te importa. No te importa que dejemos de hablar, o que ya no sepamos nada el uno del otro.

Mi madre dice que siempre encontraremos alguna razón para volver a hablar. Pero ella no sabe que eso sólo lo quiero yo. Q cuando hablo de nuestra relación, le conmueve tanto a la gente que se imaginan que fue realmente especial. Una de esas relaciones de película que todo el mundo desea que terminen bien. Y no es verdad, aquí en la realidad, nuestra relación no ha sido más que una de esas en la que uno pone todo su alma, y sale dañado porque el otro no le corresponde.

¿Hablar o no hablar? ¿seguirte o dejarte? ¿quererte u olvidarte? Yo no puedo decidir por los dos. Me esforzaré simplemente en interpretar las señales de mi camino y seguirlo, por mi. Y tu, si alguna vez te das cuenta de que estoy en tu Leyenda Personal, supongo que ya volverías.

Una última pregunta, teniendo en cuenta que los padres, o al menos los míos,  siempre tienen razón: ¿buscarás alguna razón para volver a hablarme?
No esperaré, aceptaré.

No hay comentarios:

Publicar un comentario